Entre otras muchas cosas, la poética se sostiene en una
materialidad que permite su circulación entre los vericuetos de las sociedades.
Su tránsito es expresión a veces fugaz y otras más permanente entre
comunidades, instituciones y otros seres aislados que caminan por la cornisa de
las relaciones sociales. El destino de un trabajo se extiende al umbral de los
talleres y de ahí queda expuesto a tensiones y jaloneos de una vida común. El
juicio, la clasificación, la valoración, entre otras envestiduras que caen
sobre la obra, se acoplan unas con otras desbordando su interior y quedando
cubierta con una maraña de intereses diversos que caen espesamente sobre la
materialidad. El juicio público desnuda la interfaz de las recepciones múltiples
que extiende las textualidades que gravitan sobre las obras. Distintos tipos de
afrontamientos, desde distintas partes y posiciones son las evidencias que
esgrimen las apropiaciones de los intereses que dinamizan la historicidad del
quehacer. La poética existe en la experiencia social donde aquedan marcadas las
huellas de su trayectoria sobre arenas movedizas que llevan el ritmo de su
vitalidad. Ahí está la política, atravesando los textos, entrando y saliendo
sentidos, refractando bifurcaciones de posibles lecturas, apropiaciones,
renuncias y monumentalizaciones que desbordan la declamación, que marcan los
límites y fugas de su pronunciación.
viernes, 30 de abril de 2021
9. Poétlica
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